Este verano visité Corris, en donde se encuentra el laberinto del Rey Arturo. La gente del lugar saben explotar muy bien la leyenda de este personaje, tienen un centro de artes y oficio con productos del lugar.
Tienen talleres que trabajan la madera, otros con la cera de abejas, otros trabajan con pizarra, también los hay quienes utilizan la piel y el cuero como materia prima. Tienen un poco de todo. Incluso hay un taller que trabajo con papel, tenían unos zapatos preciosos, pequeñitos y monísimos como tarjeta de invitación!
Luego de visitar los talleres, fui directa al laberinto del Rey Arturo. Por motivos de seguridad se tiene que llevar unos cascos, no vaya a ser que mientras caminas por las cuevas se te caiga el techo encima, más vale prevenir que lamentar. Incluso en el ticket de la atracción lo ponen: entras al laberinto bajo tu propia responsabilidad.
Dentro de las cuevas está prohibido utilizar el flash de las cámaras de foto. Tiene su lógica. Los actores que te guían a lo largo del camino por el laberinto mientras te cuentan la historia del Rey Arturo van creando un ambiente ayudados por la poca luz dentro de las cuevas, y los ojos de los exploradores al cabo de un tiempo se acostumbran a la poca luz. Si de repente alguien utiliza el flash, la magia se rompe.
Y ahí estaba Excalibur, y la Dama del lago, y yo haciendo fotos a diestro y siniestro, pero como eran sin flash, los resultados han sido ... etéreos, difusos. Como la leyenda.
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